¿Por qué es tan importante el asesoramiento profesional?

En muchas ocasiones se ha destacado la importancia de tener en el país, un Servicio Nacional de Sanidad Animal con un Sistema de Vigilancia de Enfermedades que no sólo esté bien organizado, sino también que sea particularmente efectivo y que esté conformado no simplemente por funcionarios oficiales sino también sustentado con la participación de los Profesionales de la Actividad Privada. AUTOR: MV Héctor R. Baigorria. Secretario del Colegio de Médicos Veterinarios de Entre Ríos.

 

Cuando analizamos las estadísticas de nuestro país  y observamos que, por ejemplo, sólo el 1 % de todos los establecimientos de cría  cuenta con un asesoramiento profesional permanente, vemos con cierta preocupación que esta situación no es la ideal.

¿Por qué cuesta tanto hacerle entender a los productores respecto a las ventajas de contar con un profesional veterinario de confianza que le permita mejorar sus índices productivos y reproductivos? Es obvio que argumentos nos sobran, pero tal vez el inconveniente es una falla en la comunicación y aún “no nos sabemos vender bien”.

Es probable que uno de los caminos que debemos seguir para poder ofrecer nuestros servicios de una mejor manera es que cada uno de nosotros estemos absolutamente persuadidos del potencial que tenemos y de lo que podemos darle al productor. Si no tenemos la total convicción que nuestro quehacer servirá para mejorar los índices mencionados, es difícil que nuestra tarea de extensión pueda plasmarse en una realidad y que el magro porcentaje actual de establecimientos asesorados pueda aumentar significativamente.

Dentro de las actividades de un asesoramiento productivo permanente incluimos obviamente a la tan mencionada Vigilancia Epidemiológica, la que engloba la rápida y exacta observación sobre el perfil de una enfermedad en la población y que para que esta vigilancia sea útil debe comprender un registro y un análisis sistemático de las observaciones realizadas.

La vigilancia rutinaria abarca la documentación sistemática de todas las actividades de control de las enfermedades que se realizan a campo y en el laboratorio, con la fehaciente y debida comunicación de cualquier novedad de importancia y donde esta actividad debe ser una labor continua y como una parte integrante del trabajo diario de todo el personal implicado en la cadena productiva.

Y, ¿por qué resaltamos estos conceptos? Porque la vigilancia activa de una población animal facilita la obtención de información respecto a la situación de una enfermedad en un momento dado y dentro de una unidad productiva pecuaria, y “los únicos” que podemos llevar adelante con éxito esta actividad somos los Médicos Veterinarios y no “otros profesionales afines” al tema y mucho menos aquellos legos que afirman “conocer del asunto”.

Debemos ser capaces de poder tomar todas las medidas necesarias para conocer el verdadero y complejo comportamiento de las enfermedades en una población (animal y humana), incluyendo, por ejemplo, los muestreos serológicos que nos indiquen una estimación sobre la prevalencia de una enfermedad infecciosa antes de tomar la decisión de llevar adelante una innecesaria campaña de control y erradicación y poder estimar el impacto de una enfermedad o de un parásito sobre la población animal, logrando la recomendación de medidas de lucha eficaces y evitar gastos innecesarios, siendo este último punto el tema que más le interesa al productor.

¿Seguiremos perdiendo espacios y dejaremos que estas tareas específicas las hagan, con el debido respeto, los Ingenieros Agrónomos o algún otro profesional que diga tener alguna incumbencia en la materia?

Que nuestro trabajo diario y serio permita, entre otras cosas, evaluar las necesidades o progresos de la lucha contra determinadas enfermedades; que se puedan presentar estadísticas nacionales sobre las enfermedades para su conocimiento y su correcta utilización; para desarrollar y controlar programas de sanidad animal; para elaborar y manejar una política de cuarentena y para facilitar el comercio de exportación de productos y subproductos pecuarios, son algunas de las tareas que se deben realizar para que nuestro trabajo sea valorado y ponderado como corresponde, siendo ésta una responsabilidad absolutamente exclusiva y excluyente de los Médicos Veterinarios.

Hoy no alcanza con declamar y reclamar por los “espacios laborales perdidos”, sino que debemos realizar una fuerte autocrítica en primer lugar, para luego recuperarlos con acciones concretas que demuestren el “peso propio” que tiene nuestra profesión.

Es muy importante que nuestras acciones concretas se traduzcan en la confianza que debemos lograr en el productor como “nuestro aliado” en los planes sanitarios, independientemente que haya ciertas decisiones “políticas” que pueden desplazarnos de nuestros legítimos espacios laborales y de lo cual podemos enumerar múltiples ejemplos.

Creemos que la forma de lograr esta reclamada confianza es trabajando seriamente y demostrando avances y resultados, con datos concretos y correctamente documentados y con una comunicación fluida y constante con todos los actores de la cadena productiva.

El propósito de “vender bien nuestra profesión” incluye también en demostrar que nuestra participación es relevante para la correcta toma de decisiones y que permitan que de esa información podamos modificar la “filosofía natural de nuestros productores”, cambiando ciertas actitudes conservadoras por otras que incluyan la aplicación de nuevas tecnologías con mayores índices de productividad y de ganancias.    

Existen sobrados trabajos técnicos y científicos respecto a las pérdidas en los establecimientos pecuarios por diferentes y múltiples motivos. Nuestra actividad profesional permitirá avanzar en concretas medidas preventivas que tiendan a revertir las situaciones anormales. Con la presentación de Planes Sanitarios Productivos, de la correcta implementación en el uso de la tecnología disponible y con la promoción de propuestas concretas para mejorar la eficiencia productiva y reproductiva de la actividad pecuaria, lograremos seguramente revertir una tendencia lamentable en lo que se refiere a la efectiva incorporación de los Profesionales Veterinarios como asesores permanentes en los establecimientos productivos.

Es un trabajo que seguramente demandará mucho esfuerzo por parte de los Profesionales Veterinarios y de nuestra Institución Colegial, pero que seguramente si transitamos por el correcto camino lograremos alcanzar el objetivo planteado en beneficio de la profesión y del país.

No temamos por los nuevos desafíos ni por los cambios: debemos adaptarnos a las nuevas tendencias para insertar sólidamente la Profesión Veterinaria en el lugar que se merece.

De nosotros depende.

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